Hoy me ha confesado, llorando entre copas, que la está matando muy poquito a poco. Que él no sabe nada, que guarde sus palabras.
Ella sólo pide amor, un poquito de amor, sabe que la engaña, que se va con otras, no pierde la esperanza de vivir enamorada.
Él, cuando la mira, a ella se le olvidan los males del querer, ay de su querer, y que la única pena que tiene es que nunca le ha querido. Y que la única pena que tiene es que ella muere por su niño.
Sabe que la engaña, pero vive tan ciega y tan enamorada, no sé cómo le aguanta, no sé cómo le quiere con lo poquito que le da, ay que lo deje ya.
Sabe que la engaña, pero vive tan ciega y tan enamorada, no sé cómo le aguanta, no sé cómo le quiere con lo poquito que le da, ay que lo deje ya.
Soñó con ser princesa, reina de sus besos, y en aquel momento se hundió por completo. Estaba cansada de hablar con la almohada, de ese secreto de amor, maldito dolor.
Y que la única pena que tiene es que nunca le ha querido. Y que la única pena que tiene es que ella muere por su niño.
Sabe que la engaña, pero vive tan ciega y tan enamorada, no sé cómo le aguanta, no sé cómo le quiere con lo poquito que le da, ay que lo deje ya.
Sabe que la engaña, pero vive tan ciega y tan enamorada, no sé cómo le aguanta, no sé cómo le quiere con lo poquito que le da, ay que lo deje ya.
Sabe que la engaña, con lo poquito que me da.